En un giro sorprendente de los acontecimientos, el presidente Xi Jinping realizó una visita rara y estratégica a Tíbet, una región conocida como “el techo del mundo”. Esta visita oportuna se centró en afianzar la posición e influencia de China, especialmente con las crecientes tensiones en torno a la selección del próximo Dalai Lama. Como se indica en Nation Thailand, la visita de Xi estuvo estrechamente vinculada a los objetivos del gobierno central de afirmar su autoridad y promover una identidad nacional unificada.

Reforzando el Status Quo

Xi Jinping se impuso con su presencia, dirigiéndose a una reunión de 20,000 personas en Lhasa. Enfatizó la unidad, señalando el 60 aniversario de Tíbet como una región autónoma bajo el dominio chino. Su visita no fue meramente ceremonial; fue una demostración de poder donde más importa. Incluso en medio de los riesgos para la salud que plantea la gran altitud, el líder de 72 años se comprometió a interactuar directamente con la población tibetana.

La visita de Xi resalta cuestiones cruciales, especialmente la sucesión disputada del Dalai Lama. Los líderes chinos afirman su interés en nombrar al próximo líder espiritual, contradiciendo la declaración del Dalai Lama de que su oficina sola decidirá. Esto ha añadido una capa de complejidad a las relaciones sino-tibetanas, con la independencia espiritual de Tíbet en juego.

Una Muestra de Diplomacia Cultural

Durante su estadía, Xi fue recibido por bailarines tradicionales tibetanos y simpatizantes, un gesto simbólico que no pasó desapercibido, ya que fue retratado triunfalmente en los medios estatales. Las fotos pintaban una imagen de armonía y aceptación, aunque subrayada por el control estricto de China sobre la región.

Promoviendo el Desarrollo y el Control

Xi reforzó la visión de China para Tíbet, que gira en torno a la estabilidad, desarrollo, protección ambiental y fronteras fortalecidas. Esta visita catalizó discusiones con líderes locales sobre la promoción de intercambios económicos y culturales. Se ha impulsado una iniciativa nacional de idioma, lo que implica una consolidación estratégica de la cultura tibetana dentro del marco nacional.

El Camino por Delante

Bajo la supervisión de Xi, las nuevas políticas educativas ahora obligan a los niños tibetanos a inscribirse en escuelas estatales con un plan de estudios en mandarín. A medida que las prácticas religiosas se someten a una regulación más estricta, se envía un mensaje claro para orientar el budismo tibetano hacia la alineación con los valores socialistas de China. El plan del gobierno para Tíbet habla de un cambio, un cambio limitado dentro de los contornos de la visión a largo plazo del Partido Comunista Chino.

Esta visita, al igual que los compromisos anteriores, muestra que Tíbet es más que una altitud geográfica; es un punto alto de intereses geopolíticos donde la tradición y el gobierno se encuentran.

Según Nation Thailand, la presencia de Xi resuena con las ambiciones más amplias de China de proyectar un control inquebrantable e influencia cultural estratégica sobre Tíbet.