Besarse se presenta a menudo como un gesto eterno de amor y afecto, aunque pocos saben que tiene raíces que se remontan millones de años atrás. Según un estudio reciente, el beso más antiguo data de hace 21.5 millones de años. Sí, lo escuchaste bien: esta tradición humana podría ser más antigua de lo que jamás imaginamos.

La Conexión Animal

Curiosamente, no son solo los humanos quienes se entregan a este acto amoroso. Los científicos han descubierto que numerosos animales, como lobos, perros de la pradera e incluso osos polares, participan en comportamientos sorprendentemente similares a un beso. ¡Uno podría decir que estas criaturas peludas y emplumadas expresan un afecto ‘despreocupado’, con muchas lenguas involucradas! A partir de esto, los científicos plantearon la hipótesis de que el beso evolucionó en nuestros antepasados comunes.

Trazando el Camino Evolutivo

Los científicos estructuraron un “árbol genealógico evolutivo” para identificar cuándo probablemente surgió el beso. Mediante el uso de una definición detallada—describiendo un beso como contacto oral no agresivo—desentrañaron el misterio de cuándo las criaturas empezaron a besar. La investigadora principal, la Dra. Matilda Brindle, afirma: “Es probable que su ancestro común más reciente besara.”

La Conexión Neandertal

La historia no termina con los animales. Los neandertales, esos antiguos y robustos primos nuestros, podrían haber estado en esta tendencia de besar también. La investigación especula que los humanos y los neandertales podrían haber compartido besos, considerando que una vez intercambiaron saliva durante siglos—gracias a un microbio oral compartido. ¡Tal mezcla nos lleva a reflexionar cuán arraigado está el beso en nuestros comportamientos primitivos!

El Porqué No Respondido

Aunque este estudio profundizó en cuándo comenzó el beso, aún no ha descubierto por qué empezó. Las teorías potenciales proponen que podría estar basado en comportamientos de acicalamiento o en una evaluación primitiva de la compatibilidad de la pareja al evaluar la salud. Según BBC, este fascinante viaje evolutivo podría pronto arrojar más respuestas.

La Dra. Brindle añade: “Entender este comportamiento compartido con nuestros ancestros primates nos permite aprender más sobre la naturaleza humana.” Y quién sabe, tal vez los descubrimientos futuros iluminen por qué nosotros los humanos—y muchos otros—mantenemos viva esta tradición, trascendiendo generaciones y especies.

Así que, la próxima vez que compartas un beso, recuerda sus orígenes antiguos y la conexión que representa a lo largo de milenios.